EN LA CUARESMA PONTE LAS PILAS

La cuaresma es el tiempo especial de la Iglesia dedicado a la preparación para la celebración de la Pascua. Tiene una duración de cuarenta días, número bíblico simbólico (40 años de vivir el pueblo de Israel en el desierto camino de la Tierra prometida, 40 días de ayuno de Jesús en el desierto, etc.). Comienza el miércoles de ceniza con la imposición de la ceniza, como signo penitencial, y dura hasta la tarde del jueves santo en la que se inicia el triduo pascual con la misa de la cena del Señor. Las lecturas del A.T. de las misas dominicales de este tiempo tratan de la historia de la salvación; Dios interviene en la salvación de la humanidad a través del pueblo de Israel.

La cuaresma se comprende unida con la celebración del misterio pascual (pasión, muerte y resurrección de Jesús), que se celebra en el triduo sagrado (misa de la Cena del Señor, jueves en la tarde; Pasión del Señor, viernes en la tarde; Vigilia pascual, sábado en la noche; Resurrección del Señor, domingo de Pascua), y con la recepción de los sacramentos pascuales (bautismo, confesión y eucaristía). Es el tiempo adecuado para disfrutar de una más honda experiencia y participación en el misterio pascual de Cristo: «padecemos juntamente con él, para ser también juntamente glorificados» (Rm 8,17), teniendo en cuenta la acción purificadora y salvadora del Señor.

La cuaresma contiene un doble aspecto: bautismal y penitencial, que deben concretarse prácticamente en los miembros de la Iglesia mediante una actitud y vida continua de conversión y cambios positivos en la vivencia de la fe y el compromiso personal en la construcción del Reino de Dios en la familia y la sociedad.

En la Pascua recordamos la muerte y resurrección de Cristo. Él pagó la deuda o pena merecida por nuestros pecados cometidos contra Dios, así nos obtuvo el perdón de ellos y la vida eterna feliz. Todo esto gratuitamente, lo cual es un don, pura gracia concedida sin merecerlo. Así es la grandeza infinita de la misericordia de Dios.

Es tiempo de la gran llamada a todo el pueblo de Dios para que se deje purificar y santificar por su Salvador y Señor. La práctica de la penitencia no debe ser sólo interior e individual, sino también externa y comunitaria, se caracteriza por estos elementos: 1.- Rechazo del pecado como ofensa a Dios; 2.- Consecuencias sociales del pecado; 3.- Participación de la Iglesia, comunidad de Jesús, en la acción penitencial; 4.- Oración por los pecadores.

Los medios sugeridos por la práctica cuaresmal de la Iglesia son muy variados: la escucha más frecuente de la palabra de Dios, la oración más intensa y prolongada, el ayuno, las obras de caridad y de misericordia con el prójimo, la limosna a los pobres e indigentes, la conversión personal; la reconciliación con Dios, con la Iglesia, con nosotros mismos y con el prójimo; la confesión sacramental, la participación más frecuente en la misa, la recepción de la comunión sacramental, la devoción del vía crucis, evitar la compra de cosas superfluas, refrenar la lengua, crear un ambiente de paz en la familia y en el trabajo, evitar juzgar y condenar la conducta del prójimo, etc.

La cuaresma avanza y se aproxima la Pascua. Prepárate con mucha ilusión, pues cada año la Pascua tiene unas características especiales para cada persona. No hay ninguna Pascua igual. Aprovecha bien este tiempo que te ofrece Dios por medio de su entrañable misericordia, pues conoce tus debilidades y conducta. Ora más frecuentemente, es tiempo de reflexión y de gozosa esperanza. Conviértete y cree el Evangelio de Jesús (Yahvé salva).

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