No eres el único que dice esto. Abundan las personas que llevan toda la vida cargada de odio y rencor. Los acontecimientos desagradables del pasado siguen influyendo negativamente en el ahora; han de pasar a la historia, pero que no destruyan el presente y el futuro. Hay que tener la sabiduría de liberarse de esta actitud. La historia no se puede cambiar, aunque duela. El perdón consiste en condonar o eximir la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. El perdón y la misericordia de Dios son aspectos esenciales en la vida cristiana.
Jesús dice claramente en el padrenuestro: Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt 6,12) El perdón del Padre está condicionado por el perdón que nosotros concedamos. No hay perdón del Padre si antes no perdonamos nosotros.
No podemos engañarnos ni engañar al Padre. Jesús vuelve sobre el tema: Pues si perdonan a los demás las ofensas, su Padre del cielo los perdonará a ustedes, pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes (Mt 6,14-15). Así es de claro y tajante Jesús.
En una ciudad de USA dos bandas de jóvenes se enfrentaron violentamente. Richard con un arma mató a Joseph, integrante de la otra banda. Richard fue detenido, juzgado y condenado a cárcel por varios años. Cuando cumplió la condena, el día que salió de la cárcel fueron sus familiares a recogerlo. Cerca también se encontraban los familiares de Joseph, se aproximaron al grupo de familiares de Richard y se produjo un momento de tensa calma. Un hermano de Joseph se dirigió a Richard y le dijo:» No temas. No venimos a hacerte daño. Somos cristianos y venimos a perdonarte. El Señor Jesús nos exige perdonarte de corazón por lo que pasó hace años. Te perdonamos». Hubo un intercambio de saludos muy emotivos entre ambas familias y se despidieron reconciliadas y en paz, dando un hermoso testimonio de reconciliación y perdón.
Jesús quiere para sus discípulos algo fuera de lo común: Si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos. Por tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo (Mt 5, 47-48). Jesús exige algo extraordinario y perfecto para conseguir un Reino de Dios de acuerdo al proyecto del Padre.
Jesús es radical respecto al perdón de los enemigos, pues propone una vida distinta, un estilo de sociedad donde haya perdón, sin odio ni venganza; que Dios sea realmente Padre de todos los hombres y vivan como hermanos unidos de un mismo Padre. El Reino de Dios es posible.
Cuántas familias, amigos y vecinos viven sin perdonarse, en medio de una turbación emocional: tristeza, agresividad, amargura, sentimiento de culpabilidad, enojo, desprecio, cólera, etc. No son felices, no gozan de la paz interior, tienen un sufrimiento permanente en lo más hondo del corazón. El tiempo no borra este estado de ánimo. El perdón al enemigo es un don de Dios que hay que pedirlo todos los días al Padre, pero también hay que trabajarlo; no dejar que Dios lo haga solo él. Cuanto más pasa el tiempo sin solucionar el perdón se convierte en un caso más complejo, se convierte en una actitud crónica, en un sufrimiento constante.
Se puede trabajar el perdón al enemigo siguiendo algunos pasos elementales y concretos:
1.- Reflexiona objetivamente sobre la causa de la enemistad. 2.- Qué juicio merece el acontecimiento. 3.- Examina si el juicio es o no razonable. 4.- Si el juicio no es razonable, analiza objetivamente el acontecimiento causante. 5.- Compara los aspectos de tus reacciones – ideas, juicios – con el hecho que los causa. 6.- De los N° 4 y 5 constata que tus reacciones son de signo distinto: 6A: Reacciones no razonables: cambia el enfoque del acontecimiento por otro más positivo. 6B: Reacciones razonables: intenta cambiar el acontecimiento si es posible; en caso negativo no te obsesiones ni te obstines, y relativiza el acontecimiento sin amargura.